3. La Universidad Clandestina: El Conocimiento como Acto de Resistencia (1992-2018)
La fundación y posterior expansión de SAEJEE no fue solo un emprendimiento educativo, sino una victoria estratégica del conocimiento sobre la violencia. La institución, nacida de la necesidad de operar en las sombras, transformó las herramientas del anonimato y la descentralización en los pilares de una plataforma para el crecimiento global, demostrando que incluso en los entornos más hostiles, la educación siempre encuentra un camino.
En mayo de 1992, en un discreto despacho, se firmaron los documentos que daban vida a la "Sociedad de Altos Estudios Jurídicos Empresariales Euroamericanos" (SAEJEE). Los nombres en los papeles eran testaferros, figuras interpuestas para proteger a los verdaderos artífices. Sin embargo, en un acto de valentía silenciosa, los fundadores incorporaron el escudo de la familia Orueta en los documentos internos, sin mención de su origen. Era su firma secreta, un símbolo de su presencia oculta y su compromiso inquebrantable.
Para operar en un ambiente de alto riesgo, la institución adoptó un modelo operativo multifacético:
1. Sede administrativa fuera del País Vasco: La sede oficial se estableció en Sevilla, lejos del alcance directo de la amenaza terrorista.
2. Estructura descentralizada: Se creó una red de colaboradores por toda España y Francia para diluir la visibilidad y minimizar el riesgo sobre cualquier individuo.
3. Perfil bajo mediático: Durante los primeros años, se evitó rigurosamente toda publicidad, operando en un silencio casi absoluto.
4. Nombres múltiples: La institución operó bajo diversas denominaciones (SAEJEE, Altos Estudios, ESAE Business School), cada una actuando como una capa de protección.
Con la llegada del nuevo milenio, la creación de ESAE Business School en el año 2000 permitió a la institución aprovechar el anonimato y el alcance global de Internet. Fue en América Latina (Ecuador, Colombia, México) donde el proyecto pudo crecer con mayor libertad, construyendo una reputación sólida lejos del peligro que enfrentaba en España.
El momento cumbre de esta etapa llegó en noviembre de 2011, cuando la institución entregó la Maestría Honoris Causa a Lenin Moreno Garcés, entonces vicepresidente de Ecuador. El evento, cubierto por medios internacionales, fue un riesgo calculado. Su ejecución, apenas un mes después de que ETA anunciara el cese definitivo de su actividad armada en octubre de 2011, fue una señal estratégica de que los tiempos estaban cambiando y la institución se preparaba para emerger.
A pesar del cese de ETA en 2011 y su disolución definitiva en 2018, la revelación no fue inmediata. El miedo, arraigado durante décadas, no desaparece con un comunicado. La transición hacia la luz requería una ruptura estratégica y un renacimiento en un nuevo suelo, en la tierra que siempre había representado la libertad.