1. El Compromiso Social como Acto Fundacional de Resistencia
Para comprender el ADN de la Université Saejee Paris, es crucial redefinir el concepto de "compromiso social". En su caso, no se trata de una iniciativa posterior a su éxito, sino de su misma razón de ser: un acto de resistencia directa contra la violencia sistémica. Fundar una institución dedicada al conocimiento en un entorno donde el terrorismo buscaba imponer el silencio y castigaba la creación de riqueza fue una decisión estratégica de confrontación intelectual. Fue una afrenta directa a la tiranía, un proyecto que afirmaba que la construcción de puentes a través de la educación era un arma más poderosa que la destrucción generada por las bombas.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el País Vasco vivió bajo un clima de opresión y miedo impuesto por la organización terrorista ETA. Este no era un riesgo abstracto, sino una amenaza tangible que condicionaba la vida diaria, en particular la de aquellos que contribuían al tejido económico y social. Las cifras ilustran la hostilidad del entorno entre 1976 y 2008:
• Una campaña sistemática de extorsión a través del llamado "impuesto revolucionario" afectó a más de 10,000 empresarios, dejando un rastro de 49 asesinatos relacionados con el mundo empresarial y 52 secuestros.
• El asesinato de José María Pérez López de Orueta el 31 de octubre de 1980 se convirtió en un evento catalizador y un trauma familiar que cimentó la futura doctrina operativa de la institución.
• El "silencio como norma" y la "soledad como destino" se impusieron sobre los creadores de riqueza, quienes no podían compartir su situación por miedo a implicar a sus familias o a ser traicionados.
En este contexto, el anonimato de los fundadores no fue una elección estratégica de negocio, sino una "necesidad imperiosa" para la supervivencia. Revelar su identidad habría sido equivalente a una sentencia.
En respuesta a este trauma familiar y al clima de terror, los académicos María Isabel Orueta Coria y José María Orueta Ariznabarreta —este último no debe confundirse con el familiar asesinado— concibieron una forma de "lucha silenciosa" basada en la construcción. Su decisión de crear una institución educativa fue la antítesis del terror: donde unos buscaban cerrar mentes a través del miedo, ellos buscaron abrirlas a través del conocimiento. Las reflexiones de los fundadores evidencian esta motivación profunda:
"Nuestros ancestros lucharon con espadas en Baeza. Nosotros luchamos con silencio en Euskadi. Ambas requirieron coraje, ambas dejaron cicatrices."
— José María Orueta Ariznabarreta
"Que construimos una catedral del conocimiento mientras otros ponían bombas."
— Atribuido a María Isabel Orueta Coria, en una carta familiar sin fecha.
Este acto fundacional representa la manifestación más pura de compromiso social: la dedicación a construir un futuro viable en un presente dedicado a la aniquilación. Así, el imperativo del secreto se convirtió en el crisol de la innovación; las mismas cadenas que los forzaban a la clandestinidad se transmutaron en el motor de un modelo de emprendimiento social único, diseñado no para el mercado, sino para la supervivencia.